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Bernadette, Dominican Republic

Desde hace 33 años convivo con el cáncer, y no, no estoy enferma, es que a través de mi trabajo en la Liga Dominicana Contra el Cáncer he palpado muy de cerca cómo esta enfermedad afecta a los pacientes del Instituto de Oncología “Dr. Heriberto Pieter”, así como a sus familias.  Este temible diagnóstico altera el entorno del paciente y de los suyos, enfrentando una realidad que genera incertidumbre ante lo desconocido.

Pero no fue hasta hace un año y un mes que conviví más de cerca con esta enfermedad, cuando mi hermana mayor Mily, fue diagnosticada con un cáncer de páncreas. El acompañamiento durante todo su proceso me mostraron otra cara del cáncer que desconocía. No es hasta que experimentas lo que es tener a un ser querido enfermo, que entiendes todo el contexto de un padecimiento que cada día tiene un comportamiento diferente.  Así lo aprendí cuando mi hermana me decía. “Cada día es diferente, no sé qué esperar”.

Este artículo nace de la necesidad de tratar de entender esa rebeldía que surgió dentro de mí y que me hizo cuestionar a Dios, porque no entendía como una persona tan creyente y que nunca hizo mal a nadie, perdió la batalla. Muchos pensarán que así como ella, otros también perdieron, pero para mi fue impactante ver la mirada del cáncer a través de sus ojos ese sábado 23 de noviembre, día en que falleció. Estoy consciente de que en algún momento debemos abandonar la vida terrenal, pero mi negación vino de  NO ACEPTAR la manera en que mi hermana partió.

También este escrito representa un agradecimiento muy especial al personal de salud del Instituto de Oncología “Dr. Heriberto Pieter”, por las atenciones que dispensaron a mi hermana. Especialmente a los médicos, a esos que se les llaman héroes de bata blanca, quienes conjugan la ciencia con la empatía y la calidad humana. Mis respetos y admiración hacia ellos. 

Estoy consciente de estamos en este mundo de paso pero lo que me costó trabajo aceptar fue la forma en que mi hermana lo abandonó, pues fui testigo de su sufrimiento.  Aún sigo buscando respuestas y quizás algún día las encuentre o quizás no. Lo único que sé es que cada día convivio con el cáncer, aunque también debo reconocer que no todo es malo, pues si bien es cierto que hay guerreros como mi hermana que perdieron la batalla, hay otros que la han ganado y esos son los sobrevivientes.

 

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